sábado, 7 de diciembre de 2019

PRIMER LIBRO DE SAMUEL, CAPITULO DIEZ


Como siempre ocurre, el corazón del hombre es contradictorio. Por medio de los ancianos, el pueblo pidió un rey, y aún así no todos estaban conformes con Saúl ya que, a pesar de todo, para algunos éste no reunía las espectativas de lo que ellos esperaban.

Tal vez esperaban a un hombre erudito, elocuente en la Palabra, y se encontraron que era un joven tímido, entresacado del pueblo y le menospreciaron. No les importaba la unción que había en él, sino que simplemente no era del agrado de algunos. Lo mismo sucedió con Moisés. Lo mismo seguirá sucediendo con los hombres que Dios llegue a levantar para su Obra. Nunca nadie podrá dar en el gusto a los sensuales, ni a los descomedidos impíos que creen ser la crema y nata, lo más escogido de los sabios y la erudición.

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