sábado, 7 de diciembre de 2019
PRIMER LIBRO DE SAMUEL, CAPITULO CINCO
El enemigo puede llegar a tener dominio sobre el cristiano cuando su conducta es desagradable a los ojos de Dios.
La Palabra de Dios señala que al que destruyere el Templo de Dios (el cual somos nosotros), Dios le destruirá a él.
Es entonces cuando el nombre del Dios Todopoderoso es vituperado y se generaliza con "todos" los cristianos por causa de aquellos impíos que no supieron guardar su dignidad.
Los filisteos, por otra parte, enemigos permanentes de los hebreos, y que debido a ello guardaban permanente enemistad con ellos, tampoco son tomados por inocentes, sino que deben padecer plagas a causa de poner mano en el Arca del Pacto (en nuestro caso, la Cruz de Cristo, vilipendiada y tenida en poco a causa de malos testimonios de cristianos impíos), y como expiación deben ofrecer una valiosa ofrenda de paz.
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